15 Oct Feynman y la importancia de reír aprendiendo
Richard Feynman se aburría aprendiendo, o eso dicen. Por eso desarrolló su propio método: el método Feynman o cómo aprender comprendiendo. Él no buscaba memorizar una idea o concepto a través de la repetición, buscaba comprender lo que quería aprender y para ello se valió de una herramienta muy poderosa: la explicación. Cuando queremos explicar algo, ya sea un chiste, una historia o hablar sobre el concepto de «El Mundo de las Ideas» de Platón y su herencia en la filosofía moderna, tenemos que comprender de lo que hablamos, si no lo que estaremos haciendo es repetir las palabras, letra por letra, que hemos encontrado en un libro, o escuchado en una clase.
La base de este aprendizaje se basa en leer, escribir, escuchar y corregir. Primero tenemos que leer el concepto o idea que queremos aprender e interiorizarlo, preguntarnos que es y cómo se desarrolla. Después tenemos que escribirlo, con nuestras propias palabras, claro y conciso, preguntarnos qué es lo que sabemos y cómo lo escribimos.
Y ahora viene el paso más importante, tenemos que escucharnos decir nuestras propias palabras y corregirnos, ya que al escucharnos en voz alta podremos saber de una manera simple donde fallamos, que parte hemos olvidado y que no nos ha quedado claro y lo corregimos. Provocando dos sensaciones, la primera, ganas de aprender, esa chispa que nos incita a saber y querer saber más y también nos ayuda a saber que información es importante y relevante e interiorizarla en poco tiempo, ya que nos lo explicamos a nosotros mismos.
Si además nos tomamos el aprendizaje con humor, viendolo que queremos aprender no como una tarea, si no como lo que es, un contenido interesante que nos va a ayudar a desarrrollar nuestras propias ideas… todo cambia. El humor tiene dos características únicas: nos ayuda a relajarnos y estar tranquilos (lo que nos da seguridad sobre lo que hablamos) y nos vuelve creativos. El humor y la risa, sonreir mientras hablamos y escuchamos o respondemos preguntas, nos ayuda a desatar esa chispa de creatividad de nuestro cerebro. ¡Aprendemos más si estamos relajados y atentos que si nos aburrimos!
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